domingo, 28 de agosto de 2011

Empresas "amigo"

Ojiplática y boquiabierta me quedé el otro día, cuando yendo en el coche escuché en la radio el anuncio de algo que llamaron “empresas amigo”. He tratado de buscar información al respecto, pero no he encontrado nada.

Si no entendí mal, se trata de empresas que otras empresas contratan para dar un servicio a sus trabajadores: hacerles gestiones personales, buscarles y prepararles las vacaciones, etc. Es decir, que mi empresa, para que yo no tenga que “perder” tiempo en mi vida personal, se encarga de contratar a alguien, que se convierte en tu asesor personal (les faltó decir que también en tu mejor amigo), para que tú no te distraigas de tu tarea laboral y puedas dedicarle más tiempo y con la tranquilidad de que tus asuntos están resueltos y en buenas manos. ¡Y se quedan tan anchos!

En estos tiempos que tanto estamos hablando de conciliación laboral y familiar, que tratamos de conseguir una mejor calidad de vida para nosotros y nuestras familias, este anuncio me sonó a broma pesada. ¿¡Qué estamos haciendo con nuestras vidas?! ¡¿Dónde ponemos nuestros objetivos y nuestras expectativas?!
El próximo paso será contratar a un señor o una señora que pasee por nosotros, que haga el amor con nuestra pareja por nosotros, que vaya al cine por nosotros… total, para que perder el tiempo con esas pequeñeces, no?Cada día lo tengo más claro: yo me “desborro” de esta sociedad, o como dice una canción de Senderos, me “desdigo” de esta tribu.

lunes, 22 de agosto de 2011

A proposito de la JMJ

Estos días, con motivo de la celebración de la JMJ en Madrid estamos escuchando muchas críticas por el gasto que se está haciendo en tiempos de crisis, cuando tantas familias están sufriendo una situación que no han buscado ni merecido, que les ha venido impuesta por el malhacer de dirigentes y banqueros.

Y es cierto, se me antoja incongruente por parte de los católicos y de la Iglesia (no tanto de los políticos, la verdad) este comportamiento, tan lejano al mensaje del Evangelio. Pero quizá toda la ciudadanía deberíamos hacer examen de conciencia, esa conciencia que ahora nos dice que este despilfarro no es justo y recordar tiempos mejores en que tirábamos la casa por la ventana mientras en el resto del mundo millones de personas morían de hambre, sed y enfermedades curables. Porque ahora está de moda el Cuerno de África y se nos llena la boca diciendo que el dinero de la JMJ estaría mejor empleado allí (con lo cual estoy de acuerdo), pero personas empobrecidas las ha habido siempre y en todas partes. Será que sólo nos acordamos de ellas cuando sentimos en carne propia la injusticia.

Pero volviendo a la JMJ (por cierto, ¿alguien puede explicarme porqué se llama así?), viendo las imágenes en televisión no puedo evitar imaginarme a Jesús echando a correazos a todas las personas que abarrotan las tiendas de merchandising, igual que hiciera con los mercaderes del templo. O pasando el brazo sobre los hombros de Rouco Varela mientras le explica que el amor de Dios es tan grande que ya ha perdonado a las mujeres que en algún momento de su vida decidieron abortar, y que el amor siempre es motivo de alegría, independientemente del sexo de sus protagonistas. Le imagino entre las indignadas e indignados, pidiendo que se respeten los derechos y a las personas.

Porque aunque intenten confundirnos, la Iglesia ya no es transmisora del mensaje de Jesús, sino de su propio mensaje, que por cierto, ya está caduco y sólo llega a una parte de los cristianos, que son los que estos días llenan las calles de Madrid. Y son muchos, pero parecen aún más porque el resto no hacemos tanto ruido.