Durante este fin de semana he estado en Markinez, un pequeño pueblo de Alaba, en uno de los extremos del Parque Natural de Izki colaborando en las construcciones para el campamento del grupo del que fui parte durante casi 20 años (aunque creo que nunca podré dejar de sentirme parte de alguna manera)
Han sido muchos los recuerdos que me han venido a la cabeza. Por un lado, porque conozco toda la zona de alrededor gracias al montón de campamentos que he tenido el placer de vivir y por otro, por verme reflejado de alguna manera en el equipo de monitoras.
Aparte de la reventada de construir las cosas necesarias junto a muchos padres y madres que también vinieron y algún que otro loco, que como yo no puede desengancharse del todo de esto del escultismo ;) , estos momentos también dan la oportunidad de tcharlar con algunas de las personas que ahora tiran del carro. Conversaciones sobre como va el grupo, sobre aciertos y errores que creen que van cometiendo, sobre la realidad socio política que nos rodea, cercana y no tan cercana...
Han sido conversaciones bonitas que se me han quedado guardadas y a las que no dejo de dar vueltas por distintos motivos. Ahora en casa, acabo de leer en el blog de Asier Gallastegi (para mi un todoterreno de la educación y lo social al que merece la pena leer y escuchar) una frase que me retumba en la cabeza “Pareciera que es la realidad la que nos mueve para colocarnos en un lugar o en otro pero es justo lo contrario, son nuestras ideas, nuestra manera de entender el mundo la que va dando forma real a la realidad”
No es que la frase me suponga una novedad, pero pone palabras a cómo creo ver a algunas personas dentro del grupo y a mí mismo en este momento de mi vida en el que necesito reflexionar sobre muchos aspectos. Me ha despejado la maleza y creo ver dónde empieza el camino. Ahora toca eso, caminar.
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