jueves, 22 de mayo de 2008

Hay cosas que no cambiarán

A estas alturas de semana el titulo de este post podría referirse a muchas cosas. Cosas que por supuesto desde aquí quiero denunciar desde lo más profundo de mi ser y es que no puede ser que día tras día nos despertemos con más víctimas de la violencia de género o con distintos atentados de ETA en vete tu a saber que pueblo. ¡Ya está bien!

Pero la verdad es que voy a hablar de otro tema, no es que sea más o menos importante que lo anterior, simplemente es distinto y tengo ganas de expresar lo que siento al respecto.

El domingo pasado asistí con (una pequeña parte de) mi grupo a un acto que ponía fin al trabajo supuestamente realizado durante el año, enmarcado en el III PDE (Plan Diocesano de Evangelización) con el titulo "Pequeños y mayores en el camino de Emaús".

Exacto, era un acto de la iglesia y como grupo parroquial y que educa en la fe allí estuvimos y exacto también, en unos tiempos en los que pertenecer a la Iglesia esta casi hasta mal visto, yo lo admito, soy creyente pero no quiere decir que comparta todo lo que dice la iglesia. Bueno eso es otro tema.

El caso es que se decía que el acto sería "una celebración de carácter familiar y lúdico, dirigida a toda la Iglesia Diocesana, con un protagonismo especial de preadolescentes y niños y niñas", y bajo el lema “la familia diocesana en fiesta / Bizkaiko eliza, danok etxeko”. (lo entrecomillado está sacado de un comunicado de la comisión de seguimiento del III PDE) Sí, lo he buscado para estar seguro de que no me inventaba nada.

Leyendo ésto y después de ver lo que allí ocurrió, tengo alguna que otra queja.

Por un lado, creo que la participación fue más bien escasa. Admito que no tengo datos para poder refrendarlo. Pero conociendo solo la participación del movimiento eskaut al que pertenezco, casi puedo garantizar que la participación fue escasa.

Sabiendo la fecha desde hace bastante tiempo como la sabíamos, creo que había que tenerla más en cuenta, como movimiento diocesano ese era nuestro lugar y creo que era una oportunidad para reivindicarnos, para demostrar que existimos y que no somos cuatro gatos dentro de una diócesis que a veces se olvida de contar con la opinión de los más jóvenes.

Por otra parte y muy unido al punto anterior, he de admitir que no es sencillo para los grupos, con las agendas llenas, aparecer en un acto que pone fin a algo que no ha sido demasiado tangible a lo largo del tiempo. ¿Cuántos chavales/as de los allí presentes nos podrían decir por qué se hacía ese acto? La respuesta puede ser preocupante, pero hay otra pregunta que me preocupa más. ¿Cuántos monitores/as, educadores/as, etc... del movimiento u otros movimientos sabían para que era ese acto? Espero equivocarme, pero no lo tengo tan claro.

También me gustaría agradecer al señor Obispo que tuviese la delicadeza de hacer una misa de lo más amena para todos los chavales/as que había allí congregados. Casi no se aburrieron y se les paso el tiempo volando.

¡Pero como coño se puede hacer una misa de hora y media en esas condiciones!

Joer, una homilía de 25 minutos diciendo que si no se va a misa van a tener domingos tristes y los pobres chavales/as en el quinto anfiteatro. La media de edad de las personas que estaban delante del escenario era de 70 años y no me parece normal. Con todos mis respetos hacia esas personas creo que si se quería dar un protagonismo a niños/as y preadolescentes, no hubiese estado de más acercarles a las primeras filas y hacer con la celebración que se sintiesen importantes.

Ya por último, soy de la opinión de que las iglesias deberían de haber estado cerradas. En las fechas importantes como la Navidad, la familia se intenta reunir en una sola casa, cerramos el resto y nos preparamos para celebrarla todos juntos. Si ésta era una fiesta para la familia diocesana, ¿por qué tantas casas abiertas?

Ahora nos toca reflexionar a todos/as.

1 comentario:

Aprendiz dijo...

Que me caliento, que me caliento y empiezo a invitar a la peña a cursos y cosas.

Menudo día, menudo día...