Como anteriormente dije, nuestras peripecias no terminaron el jueves 14 de enero.
Fuimos superando los días como pudimos y cuando estábamos a un solo día de nuestra marcha… ¡me pusieron una multa! Y diréis… bueno, qué tiene eso de especial, a muchos les ponen multas. Sí, es cierto, pero manda narices que en cuatro años me han puesto dos multas y siempre cuando estoy ante algo importante en mi vida. La primera multa me la pusieron por exceso de velocidad la semana de mi boda. Bien puesta, no lo voy a negar. Pero que estaban plantados en aquel lugar para recaudar, también lo digo. En el rato que estuve esperando que tramitasen todo, pararon unos 6 coches, y no es un sitio muy conflictivo. Y esta otra a un día de marchar, por aparcar en una parada de autobús en la que aparcan miles de coches durante todo el día. Vamos que me lucí.
Y claro, el viernes 22 nos marchábamos a Ecuador, nervios, últimos preparativos, despedidas, acojonaos que estábamos. ¿Dejaríamos nuestra suerte atrás? ¡Pues no!
Aeropuerto de Loiu, 19:00 horas, llegamos con nuestras maletas después de que Naiara consiguiese cuadrar los kilos (en una maleta, al principio solo nos pasamos ¡en 14 kilos!) Las pesamos en las cintas para asegurar y ¡sorpresa! Una con 24 y otra con 24,5 cuando el máximo eran 23 kilos, pues nada, otra vez abriendo maletas y cambiando de unas a otras. Llega la hora del embarque después de tomar algo en la cafetería y toca despedidas, familia, amigos, son unas cuantas personas. Aguantamos el tipo, pero el tiempo se nos va y hacen la última llamada para embarcar, así que salimos corriendo y somos los últimos en subir al avión, nos da un pequeño bajoncillo y cuando estamos llegando a Madrid, nos damos cuenta que hemos perdido las tarjetas de embarque Madrid – Guayaquil. A Naiara casi le da un patatus pero nos dicen que podemos pedir un duplicado en el mostrador de Lan, claro que eso supone salir de la zona de transito y volver a pasar los detectores y toda la cola, ¡qué se le va a hacer! En el mostrador nos dicen que tenemos que dar más vueltas para conseguir también las referencias de las maletas, así que a Naiara ya le da del todo y con lágrimas incluidas, nos hacen todo en el momento y nos ponen en unos asientos mejores que los que teníamos. Algo es algo.
Por fin en el avión, estamos en primera fila, por lo que tenemos más sitio pero las azafatas necesitan hacer unos cambios para acomodar a los miles de niños pequeños que viajan y acabamos Naiara y yo separados por un pasillo y con un bebe al lado cada uno. Se portaron bastante bien y pudimos hacer el viaje medianamente cómodo.
12 horas de vuelo después vemos el fin de la odisea, llegamos a Guayaquil, solo queda recoger las maletas y salir del aeropuerto y no podía ser tan fácil, de las 4 maletas nos llegan 3, hacemos la reclamación y conseguimos salir 2 horas más tarde del aeropuerto. Llegamos el día 23 a las 6:00 de la mañana, hoy es día 27 y seguimos sin saber dónde está la dichosa maleta a pesar de haber hablado 9 o 10 veces por teléfono con el departamento correspondiente. Desde Madrid han dicho que la maleta salió el día 24 hacia Guayaquil pero me da que lo hizo en barco.
Pues nada, así andamos. Tengo la esperanza de poder contaros más y más cosas en próximos capítulos. Que vaya todo bien por aquellas tierras.
2 comentarios:
Ramonini!!!!Sabes para que sirven todos esos desastres de los primeros diás???Para darse cuenta de que ya solo queda ir a mejor, que es lo que os viene a vosotros. Disfrutad a tope, yo no pienso perderme ni un capitulo del blog. Besos a los dos!!!Oihana
Eskerrik asko!! Espero tener noticias vuestras de vez en cuando. Aquí iremos remontando el vuelo, jaja. Un besazo
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