La piladora P. Benjamin R.
A la reunión habían convocado a los jóvenes por lo que hubo bastante gente, aproximadamente 40 personas, claro que nuestra opinión cambio cuando nos dijeron que en la comunidad son 49 y teniendo en cuenta que estaban bastantes personas que no lo eran…
Reunión en el Carrizal, antes de que llegase la gente
La reunión me dejó un poco desconcertado, me dio la sensación de no estar preparada y lo único que esperaban es que contásemos lo que íbamos a hacer. Tampoco era demasiado lo que les podíamos contar por lo que nos dedicamos sobre todo a animar a los jóvenes para la reunión del día siguiente. Dijimos varias tonterías para romper el hielo y pedimos que alguien nos acompañase al día siguiente para hacer visitas, digamos que fue… bueno que… salieron tantos voluntarios que como no sabíamos a quién elegir nos fuimos sin acompañante (léase entre líneas la ironía)
Una vez terminada la reunión, se pusieron a conversar sobre algunos problemas que tenían que solucionar. Ahí si vi lo que esperaba: ilusión, indignación y motivación. Vi ese aire revolucionario que tienen los pobres cuando se tienen que organizar para salir adelante, no sin costarles, y con grandes carencias en cuanto a eficacia a la hora de organizarse pero con algunas personas sabían lo que se hacían. En este recinto no tienen electricidad y tienen un gran problema con la escuela. Actualmente en todo el Ecuador tienen un gran problema las escuelas rurales ya que en muchas no tienen profesores titulados y el gobierno ha decidido que todo eso se tiene que normalizar. Claro el problema viene cuando no hay tantos profesores disponibles por número ni por ganas de tener que desplazarse a recintos que no están lo que se dice, accesibles. En la escuela de El Carrizal estamos hablando de 89 niños/as que se pueden quedar sin una educación básica. No me hago a la idea de cuál puede ser el número total.
Terminamos el día yendo a casa de Don Alfonso, coordinador de la comunidad y presidente de la Asociación Palenque pueblo solidario, que aglutina a personas de las comunidades eclesiales de base, donde nos alojaríamos mientras estuviésemos allí. Caminata hasta la casa, paisajes impresionantes, baño en el río, con agresión del pez asesino incluida (un pez me mordió, sí, como lo oyen, debió confundir mi pezón con un mosquito y el c… me pego un tarisco!) cena (bueno, claro, cena ecuatoriana, que significa ponerse hasta las orejas de sopa y arroz), charleta y a dormir hasta el día siguiente.
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